Confianza y Compromiso: el círculo virtuoso de los Equipos

Pep Marí, en su fantástico libro “Liderar equipos comprometidos”, cuenta como en una ocasión, tras ganar un partido, felicitó efusivamente a su equipo. Pero la felicitación no fue exactamente por haber ganado, sino por haber mantenido durante el juego un tipo de mentalidad que les hizo ganadores. 

El coach deportivo, cuenta la anécdota que se produjo en el vestuario, después del partido, con la que hizo reflexionar a su equipo. Y es que uno de los jugadores durante el partido, había fallado repetidamente varios tiros a gol, había errado en el control del balón cuando podía haber anotado y, nuevamente, se había equivocado delante del portero. Un fallo detrás de otro fallo. Cuando se estaba acabando el tiempo, un compañero le voy desmarcado y no dudó, le volvió a pasar el balón. Y esta vez sea notó. ¡Habían ganado el partido! El coach, entonces, preguntó al compañero:

—¿Por qué volviste a pasarle la pelota, si tu compañero lo había fallado todo hasta ahora?

—¡Porque estaba convencido de que iba a dejarse la piel, tal como yo habría hecho, para meterla dentro!, – contestó el compañero.

Resumido en una palabra: confianza.

En muchas sesiones y talleres, pregunto a los equipos cuando trabajamos sobre la confianza: ¿cómo sería tu lugar de trabajo si hubiera más confianza? Y es una pregunta que genera muy diferentes respuestas, pero con una base común: siempre podemos mejorar mucho nuestro nivel de confianza y eso nos llevará a otro nivel de liderazgo, de relaciones, y de desempeño.

Hoy, el Center for Neuroeconomics Studies, nos ofrece unos datos de interés. Y es que las personas en las empresas que desarrollar una mayor confianza, informan de: 

74 % menos de estrés

106 % más energía en el trabajo

50 % más productividad

13 % menos días de baja por enfermedad

76 % más compromiso

29 % más satisfacción con sus vidas

40% menos de agotamiento

Frances Frei, profesora en la Harvard Business School, explica el modelo de confianza basado en tres elementos:

Autenticidad: interactuar desde nuestro verdadero yo. Sin miedos, sin prejuicios, sin lo artificial e innecesario. Nos comunicamos con autenticidad cuando nos sentimos seguros en el equipo, en nuestras relaciones.

Empatía: cuando estás convencido de que los demás son importantes, te preocupas e interesas por ellos. Y estás dispuesto a cuidarles e interesarte por lo que les interesa.

Lógica (personalmente prefiero la palabra competencia, pues pienso que integra mejor el concepto): se dará cuando los demás saben que puedes hacer y haces aquello con lo que te comprometes y honras tu palabra.

Las preguntas que me hago muchas veces, cuando una relación no es todo lo poderosa que deseo, son: ¿en cuál de estos componentes estoy fallando?, ¿cuál de ellos puedo fortalecer más?, ¿cómo puedo demostrar mi confianza en los demás y reforzar mi confiabilidad a través de mi comportamiento?

En la anécdota anterior que les contaba de Pep Marí, la conversación entre el coach y el equipo continuó, a través de Pep: 

—Justo por eso quiero felicitaros… – comentó el coach – Vuestra confianza ya no depende de si falláis, sino de si ponéis lo mismo… ¡Así sí podemos hacer cosas grandes!

El coach deportivo después les explicaba que la principal diferencia entre un equipo normal y un equipo ganador radica en la confianza, en una confianza basada en el compromiso, no sólo en la ausencia de errores.

En un equipo normal y corriente la confianza entre sus miembros viene marcada por el error. Si un jugador pasa la pelota a un compañero y el compañero falla, el resto del equipo pierde la confianza en el que ha fallado. (…) ¿Quieres que tus compañeros confíen en ti? ¡No falles! Si lo haces, no dejarás de recibir balones. En cambio, en un equipo de alto rendimiento, la confianza entre los integrantes del colectivo depende del compromiso. Más concretamente, de compartir el mismo nivel de compromiso”.

Es el compromiso de apostar con todo, de ofrecer todo, de querer todo sin dejarse nada. Independientemente de nuestro nivel, capacidad o experiencia: estamos dispuestos a entregarnos y entregar lo mejor de nosotros, y es por eso que los demás apostarán también por nosotros a través de la confianza.

Construir y reconstruir la confianza en los equipos está íntimamente ligado a trabajar el compromiso. Es una dupla que se retroalimenta y genera un círculo virtuoso. Pero no te olvides que ambos se consiguen a través de la inspiración, no de la imposición. Así, el compromiso y la confianza no se exigen, hemos de ganarlos. Y tú, yo, ¿trabajamos por ganarlos todos los días?

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