Activando tu Propósito

Aquella secretaría parecía que tenia el secreto de la felicidad. Entre sus funciones estaba la de repartir el correo entre los directivos de su empresa, y lo hacía con manifiesta alegría. Uno de esos días, alguno de aquellos directivos le preguntó qué hacía para estar tan feliz. Ella, con una sonrisa en la mirada, la respondió: 

“Señor, no sólo reparto cartas. Tal como lo veo yo, ayudo a la gente a que se ponga en contacto entre sí, y facilito a las personas de la compañía a tener comunicación con sus asuntos más importantes. Y para eso, soy necesaria. Mi contribución a la comunidad es importante. Además, la gente depende de mí y no quiero defraudarles”.

Aquella secretaria concebía su trabajo no sólo por lo que hacía sino por el valor que aportaba lo hacíaera capaz de tomar perspectiva y ver su contribución a un proyecto mucho más grande, trascendente, y observaba más allá de lo diario para conectar con el impacto del conjunto, que conformaba algo extraordinario. Y, para eso, era necesaria, como decía ella.

La pasada semana, con el equipo de Finanzas de Coca-Cola, hablaba de algunas de estas ideas bajo el título “Activando tu Propósito”. Y preparando la conferencia, recordaba el impacto que había tenido la marca Coca-Cola en mi vida, como creo que en la de tantas y tantas otras personas. Un impacto en forma de gratificantes recuerdos, de extraordinarios momentos, de situaciones de disfrute con amigos y familia. Una marca, un sistema y su logo que estuvo – y sigue – tan presente para ofrecer optimismo, alegría, frescura y felicidad. Y exactamente eso es lo que desea la marca, y ese sistema de trabajo conjunto: “Refresh the world. Make a difference”.

Así, cuando tienes claro que tu propósito va más allá de vender un producto o servicio, sino contribuir a una causa; cuando tu trabajo individual se conecta, como pieza de rompecabezas, con una imagen más amplia y global, que da sentido a lo que haces; y cuando tu día laboral se convierte en una auténtica experiencia de trabajo que impacta en miles y millones de gentes, y te permite conectar de manera significativa con los demás; entonces, y más que nunca, es más fácil levantarte por las mañanas con una actitud decidida porque merece la pena lo que vas a hacer ese día.

James Quincey, CEO de Coca-Cola, afirmaba hace unos años que “nuestra empresa comenzó en 1886 y creció con el propósito de refrescar el mundo (…) no solo en un sentido físico sino también en el espíritu, y no solo para refrescar a las personas sino también a las comunidades. Desde entonces, hemos crecido enormemente como empresa, repartiendo alegría, optimismo y felicidad.” Y verlo hecho realidad, re-conocerlo y valorarlo, y saber que eres necesario para ello – mencionaba en mi charla -, te hace conectar con lo mejor de ti para ofrecer lo mejor a los demás.

Si la marca Coca Cola desapareciera de un día para otro, en ese mismo instante, el mundo lo notaría. Lo echaríamos de menos, sería una terrible sorpresa, amanecería un día más triste. Y eso nos habla de la fuerza de la marca, de la compañía. Una marca que ha seguido inspirándonos con un claro propósito.

Aún resuenan en mi mente las palabras de Viktor Frankl, diciendo que la búsqueda de sentido actúa como un auténtico survival value, porque “en el ser humano se liberan de una serie de energías misteriosas tan pronto como aflora la conciencia de un para qué ”. 

Muchas veces la búsqueda de la felicidad se ofrece a través de la búsqueda de ese para qué. De encontrar un sentido amplio y profundo en lo que hacemos, para saber conectar aquello que hacemos con el valor que tiene lo que hacemos.  Ahora, con el tiempo, corremos el peligro de acostumbrarnos. Nos acostumbramos a lo valioso y, así, podemos desconectar de nuestro propósito. Le dejamos de prestar la misma atención. Ya no nos recreamos, no lo disfrutamos igual, no nos entregamos.

En algunas ocasiones, la compañía nos facilitará reconectar con el significado profundo de nuestra labor – es función también de los líderes – y, en otras ocasiones, seremos nosotros los que deberemos encontrar el sentido de nuestra tarea, porque nos va mucho en ello. Entonces, las quejas se tornarán en propuestas, los problemas en auténticos desafíos, y la insatisfacción, en una búsqueda insaciable de aprendizajes para ofrecer, a través de la incertidumbre, un nuevo sentido. Ese nuevo sentido, renovado, nos conectará con una sensación de gratitud, y movilizará nuestro corazón para nuevos desafíos.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *